domingo, 24 de mayo de 2009

El nido del atún

Mamá, mamá, ¿de donde vienen los atunes? De los árboles hijo, de los árboles. Mira, ¿ves ese nido ahí arriba? Es un nido de atún.


Todo empezó con un filete de atún que pensaba preparar como más me gusta, es decir a la plancha: vuelta y vuelta para que quede curdo al interior. Para acompañarlo quería hacer una ensalada original así que corte una zanahoria en bastoncitos añadí un puñado de brotes de soja y otro de brotes de alfalfa. Para completar y romper con sabores y textura añadí un cuarto de mango también cortado en bastoncillos.

Como aderezo, Dulcinea preparo un aliño con salsa de soja, un ajete, 4 briznas de cebollino y un poco de jengibre (aproximadamente del tamaño de un ajo) todo ello bien picado. Como la salsa de soja es muy salada no hace falta añadir sal al atún pero lo que si que si que recomiendo es espolvorearlo con sésamo antes de pasarlo por la plancha. El resultado es una ensalada que se redescubre a cada bocado ya que no hay dos iguales, ni en sabor ni en textura.

jueves, 21 de mayo de 2009

La nueva barca de Caronte

Hace unos meses fui a dar un paseo por el infierno y me lleve una gran sorpresa ya que el remanso del río en el que siempre encontraba a Caronte estaba desierto. Seguí caminando y di con él un poco más tarde en el río de fuego, el Flagelonte. Tenia peor cara que de costumbre y cuando me acerque a hablar con el me di cuenta que no estaba de muy buen humor. La empresa para la que trabajaba, me contó, había realizado una reestructuración de plantilla y le habían asignado el transporte de almas en este río, lo cual era un autentico suplicio pues las barcas se le quemaban una tras otra.
Había intentado utilizar una balsa de piedra pero era demasiado pesada y tardaba más del doble en hacer su trabajo. Además por alguna extraña razón las almas en cuanto se subían a la barca se ponían a hablar en portugués y no las entendía. Probó también con una embarcación de aluminio, más ligera, pero el resultado fue aun peor: quemaduras de tercer grado en las plantas de los pies y una baja de varias semanas. Se preparo tal atasco para entrar en el infierno que incluso la muerte tuvo que dejar de trabajar hasta que se recupero.
Un alma nos interrumpió para darle una moneda así que le deje hacer su trabajo y me aleje pensando cuanto tiempo mas aguantaría su barca medio chamuscada.



El fin de semana pasado como me aburría, fui a ver si Caronte había resuelto su problema y efectivamente había encontrado una solución. Había construido una barca con papel sulfurizado, ¡que gran idea! Una barca que resistía a altas temperaturas, ligera, elegante y de tamaño fácilmente modulable. Enseguida pensé en el potencial de su barca en la cocina: un molde hecho a medida para presentar de forma original la comida y que podía meter directamente en el horno. Caronte accedió a darme una copia de los planos que aquí os muestro para que, si queréis, podáis construirla en vuestra casa.


El primer paso es recortar un rectángulo de papel sulfurizado cuyas dimensiones dependerán del tamaño de la barca que queramos obtener: w, l y h corresponden respectivamente al ancho largo y alto de la barca así que según el esquema no será difícil calcular el tamaño inicial necesario. (pinchar en foto para agrandar)


Una vez tenemos el papel de base basta con seguir los 6 pasos indicados y dejar volar la imaginación.

martes, 12 de mayo de 2009

Las dulces vacaciones de un rape en Marruecos

Estaba tan tranquilo nuestro buen amigo el Rape en sus profundidades abisales programando sus futuras vacaciones, cuando unos simpáticos pescadores llamaron a su puerta proponiéndole uno de esos paquetes de vacaciones low cost que están últimamente tan de moda. Las vacaciones consistían en una semana en Paris alojado en las profundidades del Sena, vistas a la Torre Eiffel y pensión completa. Teniendo en cuenta que le habían congelado el sueldo y que el viaje que tenía previsto a Marruecos le iba a costar uno de sus ojos luminosos, la decisión fue fácil: ¡Marruecos tendrá que esperar! Cual seria su sorpresa cuando al llegar a la capital francesa, aun sin ser pez rey, ni siquiera emperador, se encontró descabezado y medio desnudo en un mercado parisino. Cuando me contaron su historia y lo vi tan triste no pude evitar traérmelo a casa para intentar proporcionarle un final feliz.


La verdad es que no me lo pensé mucho ya que la idea de hacer rape alangostado me rondaba la cabeza desde hacia tiempo. Hice una llamada estratégica para verificar la receta familiar y tras una búsqueda rápida en internet me decante por la opción al horno(la alternativa es cocerlo).

La receta clásica consiste en atar el rape para darle forma de langosta y se le embadurna de aceite y pimentón dulce. Se coloca en una fuente sobre una cama de cebolla (para que este a gusto) con un par de hojas de laurel y al horno: 10 minutos cada lado a 200 °C. Se sirve frío cortado en medallones.

Como me sentía aventurero decidí remplazar el pimentón por Ras el Hanout, una mezcla de especias utilizada en la cocina marroquí. Instantáneamente la ensalada de lechuga y la salsa rosa quedaron descartadas. Unas hojas de espinaca frescas (aliñadas con vinagre balsámico reducido) y unos rábanos caramelizados ocuparon su lugar acompañando sorprendentemente bien este rape de acento oriental.
Los rábanos caramelizados son una receta que he tomado prestada a Philippe Delacourcelle (toda una fuente de inspiración) y que me han sorprendido tan gratamente que ya estoy pensando en recetas alternativas. Su preparación es muy fácil: se juntan en una sartén los rábanos (bien lavados y dejando un poco del tallo) una cucharada de mantequilla, otra de miel y un vasito de agua. Se añade sal y pimienta y se deja evaporar el agua hasta que la miel caramelice.
Espero que el rape disfrutase de sus vacaciones tanto como yo.