viernes, 30 de septiembre de 2011

El brownie que se desvanece

Aquel día cuando llegó a casa se dio cuenta que de alguna manera inexplicable a su cesta de la compra habían llegado varios ingredientes inesperados. Se acostó sorprendido y sonriente ante la extraña situación ante la que se encontraba y con la cabeza llena de preguntas sobre de donde provendrían. Al día siguiente se alegró al comprobar que no había sido ni un sueño ni fruto de su imaginación y que allí seguían, en unas proporciones tan perfectas que sin pararse a pensar en lo que estaba haciendo se puso inmediatamente a prepararlos. Se esmeró en mezclarlo todo con delicadeza por miedo a que de la misma forma que habían aparecido se desvaneciesen si no los trataba correctamente. Colocó la masa cruda en el horno y se deleitó con la espera, viéndolo subir lentamente e imaginando el sabor que tendría. Luego, al sacarlo, tuvo que retenerse para no comerlo inmediatamente ya que como casi todo lo bueno hay que esperar, dejarlo reposar hasta que el calor se desvanezca lo suficiente para no quemarse. Cuando por fin puedo llevárselo a la boca, lo saboreo con avidez y sus papilas se inundaron de su dulzura y de una suavidad indescriptible. De vez en cuando un trocito crujiente le hacía cosquillas en la lengua y se regocijaba sin comprender de donde habían podido salir.
Cuando quiso darse cuenta no quedaba nada de aquel placer fantasma, se había desvanecido de la misma forma que apareció dejándole un regusto amargo en el paladar y deleite en la memoria.



Hace ya casi un año y medio que no se a cuento de qué, se me ocurrió salir de la cocina. ¿Cómo iba a saber yo que volver iba a ser tan difícil? Primero me perdí, luego me equivoque de cocina y cuando por fin encontré la mía, se habían instalado en ella mis demonios a los que tuve que derrotar en singular batalla para expulsarlos. Por fin he recuperado el calor de mis fogones y espero quedarme en este refugio una temporada.

Debo reconocer que he estado a punto de perderme de nuevo en una receta imposible pero aprovechando que había prometido llevar el desayuno a mis compañeros de trabajo, me he permitido volver a escribir con una receta de lo más sencilla pero eficaz: un brownie de chocolate negro que nunca me ha traicionado.

Los ingredientes necesarios son:

- 350g de chocolate negro de postre 70%
- 200g de mantequilla salada
- 250 g de azúcar moreno
- 3 huevos
- 3 cucharas soperas de miel
- 2 cucharas soperas de ron añejo
- 85g de harina
- 1 cucharada de café de levadura
- 100 g de nueces de pecan
 

 Primero derretimos el chocolate y la mantequilla al baño maría. Lo dejamos reposar mientras blanqueamos los huevos con el azúcar ayudándonos de unas varillas.A continuación añadimos el chocolate derretido, la miel, el ron y las nueces de pecan machacadas groseramente.  

Mezclamos todo hasta que quede una pasta homogénea. Por ultimo añadimos la harina y la levadura ayudándonos con un colador para evitar los grumos. Hecho esto solo queda untar un molde con mantequilla y espolvorearlo con harina antes de llenarlo con la masa que hemos preparado. Lo horneamos 40 minutos a 160°C y ¡voila! Un brownie que se desvanecerá tan rápidamente que os arrepentiréis de no haberlo saboreado más lentamente. 
 
Un último consejo, no caigáis en la tentación de sobre cocerlo pues al sacarlo del horno puede parecer que no está suficientemente hecho pero sí que lo está, simplemente  sucede que su consistencia llega al máximo esplendor al enfriarse.