En lo que a verduras se refiere, sin ninguna duda la más desafortunada es la calabaza. Te las dan como regalo de amor no correspondido. Si no estudias lo suficiente y suspendes… ¡más calabazas! No hay mas que recordar a Zipi y Zape que siempre las llevaban a casa. A finales de octubre, se convierten en fuente de terror durante la noche de Halloween. Si me remonto a los recuerdos de la infancia visualizo una calabaza muy simpática que se llamaba Ruperta, mascota del Un, Dos, Tres pero en realidad de simpática solo tenía la cara porque era el peor premio que se podían llevar los concursantes. Me diréis que soy muy duro, que la cenicienta va en una calabaza al baile del príncipe. Pues ni siquiera, porque va en una carroza, no olvidemos que aunque lo que en un momento fue calabaza se convierta en carroza no implica que la materia prima recupere las virtudes del producto manufacturado. Además, que le digan a Cenicienta que las calabazas son maravillosas cuando casi tiene que volver a casa andando con una bajo el brazo. Los únicos que han intentado salvar su reputación son The Smashing Pumpkins, aunque desafortunadamente el doble significado de la palabra ”smashing” como verbo en gerundio y como adjetivo lleva a menudo a confusión. Las estupendas calabazas se convierten por error de traducción en los aplastadores de calabazas, perdiendo toda connotación positiva. En definitiva, la espiral negativa en la que se encuentra la calabaza lleva al traste cualquier intento de ensalzara.
A pesar del aura nefasta que tienen las calabazas he decidido arriesgarme a cocinar un crumble de calabaza. Salado, matizo, pues originalmente el crumble es un postre británico y dado que la calabaza puede utilizarse tanto en dulces como en platos salados, prefiero evitar la confusión desde el principio. Los ingredientes necesarios son: 1kg de calabaza, 4 lonchas de beicon, 1 cebolla, 100 g de harina, 50g de mantequilla, 50 g de queso parmesano y 4 nueces.
Empezamos quitando la piel de la calabaza y cortándola en cubos que doraremos en una sartén a fuego muy fuerte por dos lados. La reservamos y salteamos la cebolla cortada en juliana. Cuando se vuelva translucida incorporamos la calabaza, salamos todo, cubrimos y dejamos cocer a fuego lento 15-20 minutos hasta que la calabaza se reblandezca. En una sartén aparte freímos el beicon hasta que quede crujiente. Preparamos las migas mezclando la mantequilla troceada con la harina y el parmesano y amasando con la punta de los dedos. En un recipiente que pueda hornearse colocamos la calabaza salteada con la cebolla mezclándola con el beicon desmenuzado en virutas. Pulverizamos groseramente las nueces y las espolvoreamos por encima. Por ultimo cubrimos con las migas y gratinamos unos 10 minutos hasta que las migas estén doradas. Colocar las nueces antes de las migas es importante ya que estas se tuestan antes de que las migas estén hechas y pueden acabar carbonizadas arruinando el plato. El resultado es un “smashing pumpkin crumble” o lo que es lo mismo, un crumble de calabaza cojonudo (con perdón).
Voy a terminar como empieza Monaguillo, con un video musical. La elección es evidente pues tanto hablar de ellos me ha entrado la nostalgia.
A pesar del aura nefasta que tienen las calabazas he decidido arriesgarme a cocinar un crumble de calabaza. Salado, matizo, pues originalmente el crumble es un postre británico y dado que la calabaza puede utilizarse tanto en dulces como en platos salados, prefiero evitar la confusión desde el principio. Los ingredientes necesarios son: 1kg de calabaza, 4 lonchas de beicon, 1 cebolla, 100 g de harina, 50g de mantequilla, 50 g de queso parmesano y 4 nueces.
Empezamos quitando la piel de la calabaza y cortándola en cubos que doraremos en una sartén a fuego muy fuerte por dos lados. La reservamos y salteamos la cebolla cortada en juliana. Cuando se vuelva translucida incorporamos la calabaza, salamos todo, cubrimos y dejamos cocer a fuego lento 15-20 minutos hasta que la calabaza se reblandezca. En una sartén aparte freímos el beicon hasta que quede crujiente. Preparamos las migas mezclando la mantequilla troceada con la harina y el parmesano y amasando con la punta de los dedos. En un recipiente que pueda hornearse colocamos la calabaza salteada con la cebolla mezclándola con el beicon desmenuzado en virutas. Pulverizamos groseramente las nueces y las espolvoreamos por encima. Por ultimo cubrimos con las migas y gratinamos unos 10 minutos hasta que las migas estén doradas. Colocar las nueces antes de las migas es importante ya que estas se tuestan antes de que las migas estén hechas y pueden acabar carbonizadas arruinando el plato. El resultado es un “smashing pumpkin crumble” o lo que es lo mismo, un crumble de calabaza cojonudo (con perdón).
Voy a terminar como empieza Monaguillo, con un video musical. La elección es evidente pues tanto hablar de ellos me ha entrado la nostalgia.