miércoles, 1 de julio de 2009

Popovers: las nubes acorazadas

Desconocemos cuando empezó la guerra entre las nubes y los humanos pero podemos afirmar que fue antes del nacimiento de la historia. Durante mucho tempo los humanos sufrieron los ataques sin piedad de las nubes: lluvia, nieve, granizo y su gran error: los rayos. Gracias esos últimos, los humanos descubrieron el fuego lo cual no podemos negar, fue de gran ayuda para el desarrollo de la especie humana. Aprendimos a protegernos con edificios, paraguas, o chubasqueros y a predecir sus agresiones gracias al parte meteorológico. Al ver mermada la eficacia de sus armas, las nubes tomaron medidas desesperadas tramando alianzas a veces inverosímiles. Es digna de recordar la firmada con el reino de los batracios conocida como el tratado de la charca y que tuvo como consecuencia la aparición de las ancas de rana en la gastronomía de multitud de países . Con el tiempo la humanidad acabo pasando a la ofensiva con aviones y cohetes que las atravesaban como vulgares volutas de algodón y ataques químicos con toda la porquería que lanzamos a la atmósfera. Del mismo modo que ellas se equivocaron proporcionándonos el fuego, nosotros les hemos dotado de la lluvia ácida, pero aun así la guerra sigue siendo un conflicto inacabado en el que perdemos todos.
Nuestros servicios secretos han descubierto que las nubes, no contentas con su acoso continuo a nuestros vecinos
ingleses, les han robado importantísimos documentos que contenían la receta del yorkshire pudding y han adaptado la receta para crear armaduras protectoras. Podemos afirmar que esta nueva coraza no supone ningún peligro ya que los americanos la conocen desde hace años bajo el nombre de popovers. Sus estudios sobre esta envoltura muestran que dada la naturaleza claustrofóbica de las nubes, éstas tienden a escapar de ella por el más mínimo intersticio y cuando no lo consiguen sufren un ataque de pánico que las hace condensar arruinando su defensa.


Llevaba tiempo queriendo compartir con vosotros esta receta ya que varios de mis amigos que viven en las nubes me tienen al corriente de le que por allí acaece. El miedo a revelar secretos comprometedores me ha hecho esperar el anuncio oficial de la armada meteorológica. Los popovers no son ni más ni menos que panecillos crujientes al exterior y esponjosos y ahuecados en el interior cuyo nombre proviene del hecho de que durante la cocción se genera vapor que hace que se hinchen y desborden del molde.

Para realizar 6 popovers necesitaremos 1 huevo, 150 ml de leche, 75 g de harina, una cucharada sopera de mantequilla y una pizca de sal. Lo primero que haremos es precalentar el horno a 230°C mientras mezclamos el huevo batido con la lec
he y la mantequilla fundida. Añadimos la harina, la pizca de sal y batimos ligeramente. Una vez preparada la masa untamos los moldes con aceite y los rellenamos un poco menos de la mitad, dejando margen para que se puedan expandir a sus anchas. Es recomendable precalentar los moldes en el horno porque ayuda a que se genere el vapor rápidamente, eso si tened cuidado de no quemaros al untarlos con el aceite. Introducimos los moldes en el horno a una altura media-baja y los dejamos cocer durante unos 20 minutos, hasta que veamos que se han hinchado y empiezan a dorarse por arriba. A continuación reducimos la temperatura a 190°C y los dejaremos en el horno hasta que estén firmes, crujientes y bien dorados. Unos minutos antes de sacarlos conviene pincharlos con un cuchillo para que la nube de vapor que esta aprisiona en el interior pueda escapar. Si no hacemos esto el vapor condensara al enfriarse desinflando el popover y nuestra ilusión.


En Norteamérica suelen comerse con mantequilla y mermelada en el desayuno aunque se pueden adaptar de mil formas distintas. Una que da buen resultado es abrirlos longitudinalmente y rellenarlos con queso de cabra, un poco de miel y unos granos de sésamo gratinándolo levemente. Existe también la posibilidad de introducir el queso de cabra en la masa. Para ello antes de mezclar la leche con el resto de ingredientes la calentaremos con 50g de queso de cabra hasta conseguir una mezcla homogénea. En este caso los popovers se hinchan menos pero su interior es más esponjoso. También se obtienen buenos resultados añadiendo 3 cucharadas pequeñas de mostaza y un poco de pimienta la masa. Voy a acabar con el ejemplo a no seguir que es sustituir el queso de cabra por foie gras: solo conseguiréis malgastar tan exquisito manjar.

4 comentarios:

  1. Hola Don Quijote, se presenta Guillaume à l'Orange, otro caballero (aficionado a la caballa) que intentará visitar con frecuencia estos pagos. Interesante su comentario sobre cómo fabricar cosas sin contenido pero que entran bien por los ojos, tal vez los popovers estos tengan su origen americano en alguna estafa piramidal, alguna hipoteca basura...

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  2. ¡Encantado de conocerte Guillaume! Creo que además de tener razón con el origen de los popovers acabas de inventar un nuevo concepto.

    Popover: Objeto o persona agradable a los ojos pero vacía por dentro

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  3. Tras leer la cursiva, estudiar las dos fotos y esquivar el texto tieso (sí, ya he descubierto que lo que no entiendo está siempre escrito en tieso) me he sentido realizado como un buen popover al horno. Después de las lecciones de ingeniería naval, de ornitología y de lavavajillas bosch, veo "comblada" con este post mi ignorancia en historia de la humanidad. Ahora ya entiendo mucho mejor el miedo de que el cielo se caiga, el miedo a caerse desde el cielo y porqué el cielo no nos agarra cuando nos caemos. Lo que no entiendo es por qué los hay que se empeñan en hacer escaleras hacia el cielo: es para atacarlo mejor? para hacer las paces? o para hacerle cosquillas y que se caiga? y si el cielo se cae y se mata, en el supuesto de que no nos aplaste, que hacemos? para mí que más vale cielo en mano que vacío volando. Y si no, mirad la luna, lo sóla que está desde que su cielo se fué.

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  4. Estimado don quijote,
    al empezar a leer creía que ibas a empezar a narrar una dulce aventura dado que en Magic Muffin solo aparecia un extraño elfo y no una azaña digna de mención, pero veo que sigues sin recorrer dicha senda que lleva a nuevas y dificiles aventuras ya que has tomado rapidamente un giro rellenando de queso de cabra y no de crema pastelera los Popovers.
    Como ya viene siendo habitual los fines de semana, el próximo intentaré recorrer el camino que lleva al cielo para ver las nubes y espero poder contar el próximo lunes que estas verdaderamente eran dulces y no negras y quemadas.

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